viernes, 6 de junio de 2008

Sobre el Sharingan o “el ojo circular de la copia”. Cuarta parte.

Se recomienda leer la primera , la segunda y la tercera parte de este escrito.


La visiòn “enfocada”

En la parte interior del ojo humano se encuentra la retina, cubierta por millones de celulas nerviosas sensibles a la luz que son llamadas fotoreceptores. Es allì donde las imàgenes que recibimos del mundo vienen proyectadas y transformadas en estimulos nerviosos dirigidos al cerebro.


El campo visual es precisamente la parte del mundo externo que es proyectada sobre la retina. Tomando como eje una lìnea immaginaria que atraviesa frontalmente el punto medio entre nuestros dos ojos y enfocando un punto en el horizonte, las diferentes zonas del campo visual se abren como un abanìco. Al centro, con una amplitud de 5°, se encuentra la zona de visiòn neta, que es la pequeña porciòn del campo visual en el que es posible enfocar un objeto. Los ojos realizan movimientos involuntarios en un cono de 15° de amplitud, permitièndonos explorar en detalles el entorno del objeto enfocado. Màs allà de los 30°, resulta difìcil distinguir los sìmbolos, mientras la percepciòn de los colores llega hasta los 60°. Para àngulos mayores, hasta los 94°, se encuentra la zona de visiòn monocular, en la que cada ojo ve “independientemente”.



De estos datos se puede comprender que generalmente nuestra atenciòn se fija en una zona reducida de nuestro campo visual. Esto es facilmente comprobable con ciertos ejercicios.

Observando fijamente por 20 segundos el punto negro al centro de esta imagen, tendremos la sensaciòn de que la sombra desaparece lentamente, para dejar espacio solo al punto negro.


Esto sucede por que al mirar una escena el ojo no captura todos los detalles presentes en el campo visual, sino sòlo aquellos relativos a un area reducida alrededor del objeto que estamos enfocando. Una serie de movimientos continuos de los ojos, que nosostros no advertimos, nos permite “mover” continuamente el punto de observaciòn y el cerebro reconstruye una imagen màs amplia y detallada. En este caso la mirada se concentra en el punto y no en la sombra, que poco a poco no viene eleborada del cerebro y “desaparece”.
Si en cambio, hacemos la misma prueba con esta otra imagen, el fenòmeno parece no ocurrir.

En este caso las lineas discontinuas obligan a los ojos a moverse mucho màs en el area perifèrica al punto y el cerebro continua a recibir informaciòn sobre la zona de sombra.
Estos ejemplos nos permiten comprender que la imagen que percibimos del mundo a nivel del cerebro es una reconstrucciòn de la realidad, obtenida mediante proceso muy complejo. No todo es tan simple como “Ver para creer”.

Segunda experiencia: Ejercitando la “visiòn perifèrica”

Como hemos discutido, nuestra atenciòn se concetra generalmente en una zona muy pequeña del campo visual. Por ello debemos mover continuamente los ojos posando nuestra atenciòn en cada detalle de las imàgenes que recibimos del mundo. De este modo, nuestra atenciòn salta como un colibrì de un objeto a otro, de flor en flor, sin que podamos observar de manera consciente y sistemàtica los objetos.
Cuando viajamos en un autobus, podemos hacer una observaciòn muy interesante. Si nos fijamos en los ojos de las personas que miran hacia afuera, por las ventanillas, notaremos que se mueven ràpida e involontariamente, siguiendo un sinnùmero de objetos que atrapan su atenciòn y que pasan velozmente delante de ellos. Seguramente la atenciòn interior de estas persona està posada momentaneamente en ciertos pensamientos, pero su atenciòn visual continua a moverse incontrolablemente.
Cuando observamos un compartamiento tal, podemos decir que las personas estan “disociadas”. Su atenciòn interior es tan dèbil que el màs minimo cambio externo cambia el foco de sus pensamientos. Sin embargo cuando la vista se “pierde” en el vacio, la mente es presa de pensamientos importantes o profundos, y los estìmulos externos no pueden distraer la atenciòn.
El siguiente ejercicio, nos permite romper la “disociaciòn” que existe entre nuestra atenciòn interior y nuestra atenciòn visual. Ademàs, como un beneficio colateral, con la pràctica sistematica, es posible ampliar el campo visivo ùtil.
La experiencia consiste en fijar la vista en un punto estàtico y focalizar nuestra atenciòn en objetos perifèricos, sin quitar los ojos del punto seleccionado. Por ejemplo, podemos entrar en una habitaciòn y mirar un punto fijo, mientras intentamos contar en nuestra mente los diferentes objetos presentes, o podemos subir a un autobus y contar las personas, mirando siempre a un punto fijo. Es importante no apartar los ojos del punto fijo seleccionado hasta que la experiencia haya terminado. En la medida en que logremos ganar destreza, podremos intentar “detallar” los colores y la forma de los objetos perifèricos al punto fijo (ej. el vestuario y la edad de las personas, etc.). Es posible que durante estas experiencias nuestros ojos nos traicionen, y terminemos moviendo nuestra atenciòn visual del punto fijo. Si ocurre esto, es importante que identifiquemos el objeto que nos ha “robado” la atenciòn y que nos preguntemos ¿por que? Es de gran ayuda registrar cada detalle en el Libro de las Sombras. Con suerte y mucha tenacidad, lograremos identificar a nuestros “ladrones de atenciòn” y estaremos màs cerca de derrotarlos.

viernes, 16 de mayo de 2008

Sobre el Sharingan o "el ojo circular de la copia". Tercera parte.

Se recomienda leer la primera y la segunda parte de este escrito.

Algunas consideraciones pràcticas.
La posibilidad de crecer integramente como seres humanos y aun màs allà de los lìmites de nuestra individualidad, en el espacio transpersonal, es un derecho del que hemos sido privados. Esta premisa es el punto de partida de nuestro viaje.
Tantos años de condicionamientos racionales y emotivos nos hacen pensar que la felicidad es un lujo y su bùsqueda una ensoñaciòn de nuestra mente, renuente a aceptar la fatalidad de las leyes de este mundo. Quien inicia su viaje cargando semejante peso, no tarda en fatigarse y renunciar. Por ello es ùtil para el Buscador conocer los lìmites que le han sido impuestos, y comprender que son adquiridos, y que, como tales, no forman parte de su naturaleza interior.
Existen muchas tècnicas, afines a incontables escuelas filosòficas, credos religiosos, contextos culturales, perìodos històricos, que permiten percibir de forma consciente esta condiciòn. Un factor comùn a todas ellas parece ser la necesidad de alcazar un estado de consciencia no ordinario, “alterado”, “iluminado”, “disuelto”, desde el cual todos nuestros prejuicios sobre este mundo se derrumban. Es sòlo entonces que se “observa” la Realidad.
Derribar el muro que nuestra mente condicionada recrea a imagen de la caverna civilizada y oscura en que vivimos, debe ser el proposito el Buscador. Con estas consideraciones pràcticas sobre el desarrollo del Sharingan, llamado indistintamente “visiòn interior” o “sueño activo”, compartimos la percepciòn personal de un trecho del sendero que conduce Màs Allà.
Sobre el Libro de las Sombras.
Durante el desarrollo activo de cualquier habilidad resulta conveniente, sino imprescindibile, la presencia de un testigo. Este testigo debe ser fiel, tanto a los hechos como a los actuantes. Debe ser hàbil para no dar espacio a la complacencia ilusoria, sin cortar las alas de la esperanza. Debe encontrar el justo balance entre la objetividad y la fantasìa, que permite el florecimiento de la creatividad. Un testigo demasiado severo, se convertirìa pronto en un juez estèril; uno demasiado indulgente fomentarìa la confusiòn.
Encontrar un testigo òptimo es una empresa ardua, que puede tomar muchos años y muchos intentos. Por ello, es siempre recomendable arriesgarse en esta bùsqueda, a pesar de los intentos fallidos y dolorosos. Cuanto màs dìficil y accidentado el sendero, mayor concentraciòn y màs empeño requiere.
Pero visto que, incluso para los Buscadores màs tenaces, esta faena puede ser larga, se hace necesario encontrar una via media, que nos permita continuar adelante, sin sentarnos a esperar la llegada del testigo, o màs bien, que nos prepare para aprovechar al màximo nuestro testigo, una vez llegado a nuestra vida.
Uno modo de llevar a cabo esta preparaciòn es confeccionar un “cuaderno de bitàcora”, un “registro de viaje”. En este cuaderno podremos escribir los eventos, nuestras experiencias, nuestras sensaciones, todo. Con la acumulaciòn de acontecimientos, este “cuaderno de bitàcora” serà una extensiòn de nuestra memoria, con la particularidad de que, una vez escritas, las palabras no se nublan con el pasar del tiempo, como ocurre con los recuerdos. Podremos regresar a ellas y viajar en nuestra linea de tiempo, redescubriendo sensaciones desde nuevas perspectivas, relfexionando sobre el sendero que hemos seguido, comprendiendo las dudas e inquietudes que antes nos atormentaban y encontrando las raices de los dilemas del presente. Pero la cosa màs importante de este “registro de viaje” es que nos convertà a nosotros mismos en testigos de nuestro proprio sendero. De este modo estaremos siempre bajo observaciòn. Alguien màs experimentado, alguien que va un paso adelante, sigue nuestros movimientos. Ese alguien somos nosotros mismos, desde el futuro, revisando las pàginas escritas de nuestro “cuaderno de bitàcora”. Y al encarnar el role el testigo, comprenderemos que aspecto debe tener el nuestro, sabremos con mayor claridad que tipo de testigo necesitamos.
Otra consideraciòn importante sobre este “registro de viaje”: al escribir en este cuaderno debemos ser completamente sinceros, decirlo todo, sin reparos. Por tal motivo, es conveniente conservarlo lejos de los ojos del mundo, pues el ùnico modo de ser verdaderamente sinceros es dejando a un lado el temor a ser vulnerables, el miedo a sufrir. Estas sombras se esfuman sòlo en la noche de nuestra mente. Traerlas a la luz de golpe pueder ser doloroso, dejarlas en manos ajenas, devastador. Este “Libro de las Sombras” debe ser compartido sòlo con nuestro testigo, y sòlo despùes de ser verdaderamente seguros de que es el nuestro, de que es el testigo que hemos estado esperando desde siempre.
Primera Experiencia: El valor de la visiòn ordinaria.
Es bien conocido que el universo sensorial del ser humano es fundamentalmente visual. La mayor parte de nosotros, desde pequeños, estamos condicionados a reconocer los objetos por su aspecto. Viviendo en una civilizaciòn tan represiva, la vista y el oido son los unicos sentido a los cuales està permitido explorar casi indiscriminatamente alrededor. Si pudieramos tocar, olfatear o degustar en detalle todos los objetos que vemos, nuestra vida se diluirìa en experiencias placenteras y desagradables, y quedarìa poco, sino nada, de nuestra energìa fìsica para cumplir con nuestros “compromisos” sociales. Revelarnos directamente contra este orden establecido no trae grandes beneficios y consume aùn màs energia que la sumisiòn a èl. Pero, por otro lado, inmersos en este letargo que llamamos “vida cotidiana”, sumisos y obedientes a todas las convenciones y a todos los pactos sociales, no hacemos otra cosa que renunciar a nuestra propia bùsqueda. ¿Como conciliar entonces nuestra aspiraciòn de libertad con las ataduras externas? Un modo astuto puede ser encontrar en nuestras acciones cotidianas un proposito trascendente, poner nuestra rutina al servicio de nuestra libertad.
Esta Primera Experiencia, pretende precisamente esto. Pretende comenzar nuestra bùsqueda desde la vida ordinaria.
Para realizar este ejercicio no se requiere ningùn entrenamiento previo, ningùn requisito especial. Es simple en apariencia, pero despierta una comprensiòn alternativa de nuestro mundo, que es el paso primordial al emprender nuestro sendero y desarrollar la capacidad de “soñar activamente”. La pràctica consiste en realizar una actividad comùn y rutinaria, como lavarse los dientes, estirar las sàbanas, doblar las ropas en una gaveta, peinarse, pero con los ojos completamente cerrados. Es importante que durante todo el ejercicio nuestros ojos permanezcan cerrados. Si se prefiere, para crear una atmòsfera psicologicamente màs receptiva, se puede hacer en la oscuridad, de noche, con las luces apagadas. Si esto no fuera posible o si no fuera placentero, basta con cerrar bien los ojos y no abrirlos hasta que la acciòn se haya completado. Sobre todo al inicio, es recomendable realizar el ejercicio en un espacio seguro, sin la intervenciòn de terceras personas y sin el riesgo de caer o derribar objetos.
Es conveniente que el ejercicio comience desde que decidimos llevar a cabo la acciòn, pero en caso de que no sea posible o resulte inconveniente, basta decidir con antelaciòn cuando comienza y cuando termina la experiencia, y permanecer con los ojos cerrados hasta que se haya completado.
Este ejercicio se puede insertar perfectamente en nuestra rutina. Al inicio nos parecerà un juego ingenuo e improductivo. Pero con la pràctica sistematica, comenzaremos a descubrir que el sabor de la pasta dental es màs intenso de lo que habìamos notado antes, nos daremos cuenta de que nuestros cabellos producen una mùsica ùnica cuando se tensan como cuerdas de guitarra, y que las gavetas de nuestro armario recuerdan una habitaciòn en la que nuestro dedos juegan sobre la alfombra de nuestros vestidos. Si encontramos diversiòn en este ejercicio, podremos siempre extenderlo a otras actividades cotidianas y dejar que el niño que somos dentro se sorprenda todos dìas al sentir cuan mojada es el agua, o cuan rugosa es la corteza de los àrboles, o cuan fresco y perfumado es el musgo que crece en los muros hùmedos. No simplemente por que los ha visto en algùn lugar, sino por que los percibe “totalmente” en ese preciso instante. De igual modo, al reabrir los ojos, sentiremos que los colores son màs intensos que nunca, por que no seràn simples manchas claras y oscuras, tendràn textura, tendràn olor, y cobraràn Vida.
Todas nuestras experiencias, sensaciones, “descubrimientos”, deben ser recogidos en nuestro “Libro de las Sombras”. En esta Primera Experiencia, cada detalle cuenta mucho. Sòlo con la pràctica continua se comprende el verdadero significado de esta frase.
Por ultimo, serìa conveniente agregar una consideraciòn que hace de esta Experiencia el inicio de nuestro entrenamiento para desarrollar la “visiòn interior”. Cuando hayamos completado el ejercicio varias veces, tendremos una comprensiòn màs clara de por què estamos buscando desarrollar nuestra “visiòn interior”. Serìa una sorpresa descubrir que la dicha que buscamos en algo tan increìble y fantàstico como el Sharingan o el “sueño activo”, se puede obtener abriendo y cerrando los ojos ordinarios a voluntad.