La visiòn “enfocada”
En la parte interior del ojo humano se encuentra la retina, cubierta por millones de celulas nerviosas sensibles a la luz que son llamadas fotoreceptores. Es allì donde las imàgenes que recibimos del mundo vienen proyectadas y transformadas en estimulos nerviosos dirigidos al cerebro.
El campo visual es precisamente la parte del mundo externo que es proyectada sobre la retina. Tomando como eje una lìnea immaginaria que atraviesa frontalmente el punto medio entre nuestros dos ojos y enfocando un punto en el horizonte, las diferentes zonas del campo visual se abren como un abanìco. Al centro, con una amplitud de 5°, se encuentra la zona de visiòn neta, que es la pequeña porciòn del campo visual en el que es posible enfocar un objeto. Los ojos realizan movimientos involuntarios en un cono de 15° de amplitud, permitièndonos explorar en detalles el entorno del objeto enfocado. Màs allà de los 30°, resulta difìcil distinguir los sìmbolos, mientras la percepciòn de los colores llega hasta los 60°. Para àngulos mayores, hasta los 94°, se encuentra la zona de visiòn monocular, en la que cada ojo ve “independientemente”.
De estos datos se puede comprender que generalmente nuestra atenciòn se fija en una zona reducida de nuestro campo visual. Esto es facilmente comprobable con ciertos ejercicios.
Observando fijamente por 20 segundos el punto negro al centro de esta imagen, tendremos la sensaciòn de que la sombra desaparece lentamente, para dejar espacio solo al punto negro.
Esto sucede por que al mirar una escena el ojo no captura todos los detalles presentes en el campo visual, sino sòlo aquellos relativos a un area reducida alrededor del objeto que estamos enfocando. Una serie de movimientos continuos de los ojos, que nosostros no advertimos, nos permite “mover” continuamente el punto de observaciòn y el cerebro reconstruye una imagen màs amplia y detallada. En este caso la mirada se concentra en el punto y no en la sombra, que poco a poco no viene eleborada del cerebro y “desaparece”.
Si en cambio, hacemos la misma prueba con esta otra imagen, el fenòmeno parece no ocurrir.
En este caso las lineas discontinuas obligan a los ojos a moverse mucho màs en el area perifèrica al punto y el cerebro continua a recibir informaciòn sobre la zona de sombra.
Estos ejemplos nos permiten comprender que la imagen que percibimos del mundo a nivel del cerebro es una reconstrucciòn de la realidad, obtenida mediante proceso muy complejo. No todo es tan simple como “Ver para creer”.
Segunda experiencia: Ejercitando la “visiòn perifèrica”
Como hemos discutido, nuestra atenciòn se concetra generalmente en una zona muy pequeña del campo visual. Por ello debemos mover continuamente los ojos posando nuestra atenciòn en cada detalle de las imàgenes que recibimos del mundo. De este modo, nuestra atenciòn salta como un colibrì de un objeto a otro, de flor en flor, sin que podamos observar de manera consciente y sistemàtica los objetos.
Cuando viajamos en un autobus, podemos hacer una observaciòn muy interesante. Si nos fijamos en los ojos de las personas que miran hacia afuera, por las ventanillas, notaremos que se mueven ràpida e involontariamente, siguiendo un sinnùmero de objetos que atrapan su atenciòn y que pasan velozmente delante de ellos. Seguramente la atenciòn interior de estas persona està posada momentaneamente en ciertos pensamientos, pero su atenciòn visual continua a moverse incontrolablemente.
Cuando observamos un compartamiento tal, podemos decir que las personas estan “disociadas”. Su atenciòn interior es tan dèbil que el màs minimo cambio externo cambia el foco de sus pensamientos. Sin embargo cuando la vista se “pierde” en el vacio, la mente es presa de pensamientos importantes o profundos, y los estìmulos externos no pueden distraer la atenciòn.
El siguiente ejercicio, nos permite romper la “disociaciòn” que existe entre nuestra atenciòn interior y nuestra atenciòn visual. Ademàs, como un beneficio colateral, con la pràctica sistematica, es posible ampliar el campo visivo ùtil.
La experiencia consiste en fijar la vista en un punto estàtico y focalizar nuestra atenciòn en objetos perifèricos, sin quitar los ojos del punto seleccionado. Por ejemplo, podemos entrar en una habitaciòn y mirar un punto fijo, mientras intentamos contar en nuestra mente los diferentes objetos presentes, o podemos subir a un autobus y contar las personas, mirando siempre a un punto fijo. Es importante no apartar los ojos del punto fijo seleccionado hasta que la experiencia haya terminado. En la medida en que logremos ganar destreza, podremos intentar “detallar” los colores y la forma de los objetos perifèricos al punto fijo (ej. el vestuario y la edad de las personas, etc.). Es posible que durante estas experiencias nuestros ojos nos traicionen, y terminemos moviendo nuestra atenciòn visual del punto fijo. Si ocurre esto, es importante que identifiquemos el objeto que nos ha “robado” la atenciòn y que nos preguntemos ¿por que? Es de gran ayuda registrar cada detalle en el Libro de las Sombras. Con suerte y mucha tenacidad, lograremos identificar a nuestros “ladrones de atenciòn” y estaremos màs cerca de derrotarlos.
El campo visual es precisamente la parte del mundo externo que es proyectada sobre la retina. Tomando como eje una lìnea immaginaria que atraviesa frontalmente el punto medio entre nuestros dos ojos y enfocando un punto en el horizonte, las diferentes zonas del campo visual se abren como un abanìco. Al centro, con una amplitud de 5°, se encuentra la zona de visiòn neta, que es la pequeña porciòn del campo visual en el que es posible enfocar un objeto. Los ojos realizan movimientos involuntarios en un cono de 15° de amplitud, permitièndonos explorar en detalles el entorno del objeto enfocado. Màs allà de los 30°, resulta difìcil distinguir los sìmbolos, mientras la percepciòn de los colores llega hasta los 60°. Para àngulos mayores, hasta los 94°, se encuentra la zona de visiòn monocular, en la que cada ojo ve “independientemente”.
De estos datos se puede comprender que generalmente nuestra atenciòn se fija en una zona reducida de nuestro campo visual. Esto es facilmente comprobable con ciertos ejercicios.
Observando fijamente por 20 segundos el punto negro al centro de esta imagen, tendremos la sensaciòn de que la sombra desaparece lentamente, para dejar espacio solo al punto negro.
Esto sucede por que al mirar una escena el ojo no captura todos los detalles presentes en el campo visual, sino sòlo aquellos relativos a un area reducida alrededor del objeto que estamos enfocando. Una serie de movimientos continuos de los ojos, que nosostros no advertimos, nos permite “mover” continuamente el punto de observaciòn y el cerebro reconstruye una imagen màs amplia y detallada. En este caso la mirada se concentra en el punto y no en la sombra, que poco a poco no viene eleborada del cerebro y “desaparece”.
Si en cambio, hacemos la misma prueba con esta otra imagen, el fenòmeno parece no ocurrir.
En este caso las lineas discontinuas obligan a los ojos a moverse mucho màs en el area perifèrica al punto y el cerebro continua a recibir informaciòn sobre la zona de sombra.
Estos ejemplos nos permiten comprender que la imagen que percibimos del mundo a nivel del cerebro es una reconstrucciòn de la realidad, obtenida mediante proceso muy complejo. No todo es tan simple como “Ver para creer”.
Segunda experiencia: Ejercitando la “visiòn perifèrica”
Como hemos discutido, nuestra atenciòn se concetra generalmente en una zona muy pequeña del campo visual. Por ello debemos mover continuamente los ojos posando nuestra atenciòn en cada detalle de las imàgenes que recibimos del mundo. De este modo, nuestra atenciòn salta como un colibrì de un objeto a otro, de flor en flor, sin que podamos observar de manera consciente y sistemàtica los objetos.
Cuando viajamos en un autobus, podemos hacer una observaciòn muy interesante. Si nos fijamos en los ojos de las personas que miran hacia afuera, por las ventanillas, notaremos que se mueven ràpida e involontariamente, siguiendo un sinnùmero de objetos que atrapan su atenciòn y que pasan velozmente delante de ellos. Seguramente la atenciòn interior de estas persona està posada momentaneamente en ciertos pensamientos, pero su atenciòn visual continua a moverse incontrolablemente.
Cuando observamos un compartamiento tal, podemos decir que las personas estan “disociadas”. Su atenciòn interior es tan dèbil que el màs minimo cambio externo cambia el foco de sus pensamientos. Sin embargo cuando la vista se “pierde” en el vacio, la mente es presa de pensamientos importantes o profundos, y los estìmulos externos no pueden distraer la atenciòn.
El siguiente ejercicio, nos permite romper la “disociaciòn” que existe entre nuestra atenciòn interior y nuestra atenciòn visual. Ademàs, como un beneficio colateral, con la pràctica sistematica, es posible ampliar el campo visivo ùtil.
La experiencia consiste en fijar la vista en un punto estàtico y focalizar nuestra atenciòn en objetos perifèricos, sin quitar los ojos del punto seleccionado. Por ejemplo, podemos entrar en una habitaciòn y mirar un punto fijo, mientras intentamos contar en nuestra mente los diferentes objetos presentes, o podemos subir a un autobus y contar las personas, mirando siempre a un punto fijo. Es importante no apartar los ojos del punto fijo seleccionado hasta que la experiencia haya terminado. En la medida en que logremos ganar destreza, podremos intentar “detallar” los colores y la forma de los objetos perifèricos al punto fijo (ej. el vestuario y la edad de las personas, etc.). Es posible que durante estas experiencias nuestros ojos nos traicionen, y terminemos moviendo nuestra atenciòn visual del punto fijo. Si ocurre esto, es importante que identifiquemos el objeto que nos ha “robado” la atenciòn y que nos preguntemos ¿por que? Es de gran ayuda registrar cada detalle en el Libro de las Sombras. Con suerte y mucha tenacidad, lograremos identificar a nuestros “ladrones de atenciòn” y estaremos màs cerca de derrotarlos.