viernes, 26 de octubre de 2007

Sobre el Fracaso de Rigor.

El día nefasto que Morbos raptó a Fantasía, hubo una gran comoción entre los habitentes del País de las Sombras. Voluntad, un joven valiente y vigoroso, en medio de la confusión reinante, reunió una partida de guerreros para dar caza al raptor y recuperar a la Sacerdotisa de los Sueños. Cuando hubieron sido dieciciete, fueron a buscar el consejo de Rigor, el viejo ermitaño que podía leer el destino en los Astros. El anciano, consultando su oráculo, les reveló que debido a una particular coincidencia astrológica, todo intento por recuperar a Fantasía sería inútil, a menos que se comenzara algunas semanas más tarde, cuando el Dios Mercurio, quien abre todos los caminos, retornaría a fluir en favor del Tiempo de los Hombres.

Desesperado e impetuoso, Voluntad dijo que tal espera era imposible, pues daría a Morbos la ventaja de llegar a las fronteras del Reino de la Mente. Con voz severa y amenazadora, Rigor respondió que la tradición contaba las desgracias de todos los que emprendían nuevas empresas cuando el Astro Andrógeno marchaba contra el Sol.

A pesar del consejo, Voluntad partió tras la pista de Morbos, pero partió solo, pues todos sus compañeros temieron la profecía. Atravesó el Bosque de la Desesperanza, sufriendo el ataque de los temidos Vampiros de la Razón, que dejan aturdida a su presa con sonidos de Terror y de Duda, para chuparle la Vida con sus bocas ásperas que huelen a Oscuridad. Luego recorrió el Valle de Lagrímas y las Colinas de la Desilución, enfrentando peligros que debilitaban su juventud y mellaban su nombre. Finalmente, exhausto y vencido, cayó en el Pantano de la Frustración, donde cada movimiento por salir a flote parecía hundirlo más. Cuando por fin logró salir a terreno sólido, descubrió que el Sol comenzaba a oscurecerse por completo, dejando el Mundo en una Noche prematura y amarga. Comprendió con este signo que algo terrible había sucedido. Ya habían pasado días desde su partida y pensó que Morbos seguramente había traspasado el Muro de Consciencia que separaba el Reino de la Mente del País de la Sombra, llevando a Fantasía consigo y oscureciendo el Sol de tristeza. Derrotado, emprendió el camino de regreso y meditó profundamente en las palabras del anciano ermitaño y en el peso de la Ley Divina que rige los Ciclos de todos Mundos.

Antes de reposarse, buscó a Rigor para ofrecerle sus respetos y asegurarle que en lo adelante escucharía su palabra sabia. Cuando entró en la cabaña, el ermitaño abrazó al joven con behemencia agradeciéndole en todas las lenguas del alma. Voluntad, aturdido, le preguntó el por qué de su entusiasmo y el viejo le contó que algunos días atrás Morbos había retornado junto a Fantasía, llenando de júbilo a todos y le dijo además que su tenacidad, aun que en apariencia había fallado, estaba más cerca del éxito que la profecía hecha. Le dijo también que tanto su profesía, como el rapto de Fantasía habían fracasado gracias a la contrariedad de Mercurio. Entonces el anciano escribió con fuego sobre un trozo leña: “Donde la Voluntad fracasa, sólo queda esperar que fracase el propio Fracaso”. Le dió el trozo de leña al joven y lo bendijo en nombre de todos los Astros y de todos los Dioses.

Terminado de Transcribir en Pavia a las 17:00 horas del día 26 de Octubre de 2007, aprovechando la contrariedad de Mercurio Retrogrado para revindicar su verdadero valor.

viernes, 12 de octubre de 2007

Imágenes de una Marcha por la Paz

La noche del Sábado 6 de Octubre partió nuestra carabana de autobuses desde los Bastiones de Puerta Venezia en Milan. Nuestro destino era la ciudad de Perugia donde se celebraría la Marcha de la Paz Peugia-Asis 2007. Las seis horas de viaje pasaron como un soplo de viento. Vimos el amanecer del domigo 7 de Octubre en la Plaza central de Perugia, donde, desde hacía horas, comenzaba a aglomerarse una multitud de ancianos, de jóvenes, de niños, que portaban banderas multicolores y cantaban canciones alegres y llenas de esperanza. Algunos iban vestidos con uniforme escolar y otros con las insignias de su militancia: boyscaouts, bomberos, policias, alpinistas, pacificistas, alcaldes, consejales, hippies, newagers, rastafaris, gente común, gente estravagante, gente alegre, todos ocupaban con anticipación las calles de Perugia, interrumpiendo el trabajo de los barrenderos, que por mucho madrugar, no lograron que amaneciera más tarde.

Aun el Sol no calentaba el asfalto cuando nos dirigimos desde el centro de Perugia hacia la localidad de Puente San Juan (Ponte San Giovanni) que era el punto de encuentro de varias delegaciones. La plaza improvisada, que normalmente forma parte de la autopista, ya estaba ocupada por mucha gente. La policía desviaba a los últimos automóviles despistados que quedaron atrapados por la multitud. Un anciano, sucio y desaliñado, pregonaba a toda voz “Silbatos de la Paz!... un euro!” mientras soplaba varios silbatos que colgaban de su cuello y cargaba una bolsa repleta. Se veían banderas de grupos ecologistas, de partidos políticos, de varias ciudades y muchas banderas con las franjas multicolores de la Paz.
Al improviso, entre la multitud, se alzó una bandera de colores vivos con un Sol naciente sobre una montaña. Corrí al encuentro del trio que la escoltaba y les pregunté “Uds. son la delagación del Tibet?!”. “No” respondieron y siguieron su camino. La espera me había dado un poco de ansiedad y la calmé bebiendo unos sorbos de jugo de albaricoque, que para mi sorpresa, serían el único alimento de toda mi jornada. Ya había intentado preguntar si me encontraba en el sitio justo, pero incluso los policías de tránsito que desviaban el tráfico habían venido de otras ciudades para apoyar a las autoridades locales y no estaban bien informados. Sólo podía esperar y confiar.
Despúes de una larga espera, puede ver un grupo de personas que cargaban varias astas vacías y una bandera del Tibet. Les fui al encuentro y me recibieron con una sonrisa. Comenzamos a montar las banderas en sus astas. Y fue entonces que llegaron los Monjes. A la cabeza venía un anciano venerable con la mirada más humilde que yo haya visto jamás, y con sus manos llenas de astas vacías. Al unirse a nuestro grupo, comenzó a montar más banderas. En poco tiempo llegaron más Monjes, cerca de 10, todos vestidos de ese rojo-naranja intenso que hace hervir la sangre en los ojos.
La gente comenzó a amontonarse en torno a nuestro pequeño grupo. Muchos querían tomarse fotos. Otros querían banderas para llevarlas durante la marcha. Todos quedaban conmovidos por la prescencia de los Monjes Budhistas que habían venido desde tan lejos para expresar su apoyo a la lucha no violenta de sus hermanos birmanos y tibetanos. Expontáneamente, la delegación del Tibet se nutrió de la multitud y se convirtió en una ola de banderas llamativas que arrancaban aplausos y lagrimas a los transeúntes. Entonces comenzamos la marcha!
Con un canto estremecedor dedicado a Dölma, la delegación tibetana, nutrida de tantos simpatizantes, inció la peregrinación hacia Asis. Los acontecimientos que siguieron, que aun mientras escribo nublan mis ojos de lágrimas, fueron una ensoñación. La gente feliz, llena de esperanzas y de solidaridad. Los monjes impacibles y risueños, haciendo juego con sus voces para producir un sonido ensordecedor que eclipsaba el furor de la gente. Todos eramos una sola voz, un solo corazón. Quedamos absortos en el corazón de un ser infitamente protector y compasivo. Escuchando nuestra plegaria, Dölma, en su forma de Bodhisatva de la Compasión, se hizo presente entre la multitud.
Antes de que pudiera sentir las ampoyas de sangre que tenía en las plantas de mis pies, despúes de 25 Km de marcha ininterrumpida, llegamos a Santa María de los Angeles, la primera iglesia de Asis. A pesar de que habíamos salido tarde, por el paso enérgico de los monjes más ancianos, pasamos delante de la cabecera de la marcha, que portaba una bandera gigante de la Paz.
Cuando llegamos a las puertas de la Ciudad natal de San Francisco y de Santa Clara, el sudor secaba nuestras gargantas y la dicha cubria nuestros rostros. Todavía nos faltaban los últimos kilometros de marcha, los más difíciles! Asis es una ciudad pequeña situada en una colina muy empinada. Para llegar al santuario de San Francisco debiamos subir esta cuesta, que simbolicamente era la última prueba de nuestra voluntad. Con los vítores de los peregrinos exhaustos que se habían detenido para reposarse, atravesamos los arcos de la muralla de Asis. La plegaria a Dölma retumbó en sus paredes como si las hermanas piedras se unieran a nuestro canto.
Irrumpimos en la Plaza de San Francisco con una ovación de toda la gente reunida allí. Incluso un Obispo que leía el mensaje del Papa desde un valcón, hizo silencio por unos instantes. Cuando hubieron terminado los discursos, los franciscanos y el representante del govierno birmano en el exilio encendieron una lámpara de aciete y la portaron juntos a la Roca de Asis, escoltados por la caravana de Monjes Budhistas.
Al llegar a la Roca, lugar Santo y de peregrinación para todos los buscadores de Paz, la multitud comenzó a aplaudir, abriendo paso a los monjes que en gratitud cantaban su plegaria con más fuerza. Finalmente, subieron a un escenario y entonaron la oración por la Paz en todo el Mundo. Sobre el silencio de la Plaza se sintió correr una brisa ligera y dulce.
No estabamos solos, Dölma estaba allí!


Terminado de transcribir en la ciudad italiana de Pavia, a las 17 horas del día 12 de Octubre del 2007, bajo la influencia de Mercurio retrogrado. Sólo la fuerza del Amor puede atravesar los oceanos de la Confusión y la Desesperanza.



miércoles, 10 de octubre de 2007

Sobre el fruto espinoso y dulce del Placer.

Cuentan que el Árbol del Amor crecía en los recodos del camino hacia la Ciudad Santa de Liberación. Sus frutos alimentaban a los peregrinos en los parajes inhóspitos del Reino de la Mente y sus ramas les daban refugio en los días nublados de Cielo y de Razón.
El día que Represión señoreó sobre todos los hijos de la Mente, hizo talar los Árboles de Amor y ordenó encender una hoguera gigante, que cubriera
el Faro de Esperanza con una densa nube de Tristeza. Así, privó de alimento a los peregrinos encaminados y borró toda pista para quienes hubieran de buscar el Sendero en el futuro.

Cuentan también que con este acto deliberado, Represión estableció las fronteras de su Reino, que colindaba al Norte con el País de las Sombras y al Sur con la Tierra de Felicidad. Sabiendo que muchos hijos de la Mente se refugiaban en la Sombra, Represión hizo construir una Muralla, conocida como Muro de Consciencia, para protejer sus dominios. Todas las noches, como preso de un sortilegio, el Muro de Consciencia caía por tierra y los rebeldes irrumpían en el Reino de la Mente, haciendo estragos. Estos guerreros nocturnos se hacían llamar Señores del Sueño y aprovechaban la fatiga de las huestes de Represión para saquear y tomar pocesión de la mente y del cuerpo de hombre.

Enterada de esto, Represión urdió un plan sórdido para debilitarlos. Con su Arte, crió un hibrido entre las semillas del Amor y las espinas de la Moral. La espiga que resultó de esta unión fue llamada Árbol del Placer y sus semillas fueron esparcidas por toda Tierra, minándola de arbustos prolíferos y espinosos.
De esta suerte, todos se alimentaron del fruto doloroso del Placer y paradógicamente, comenzaron a disfrutar su dolor. Esto fue una dulce sorpresa para Represión, quien se regocijó en su lascivia. Desde entonces, fue imposible trazar la frontera entre el sufrimiento y el goce, pues uno venía antes o después del otro. El Amor, inyectado de Moral y enfermo de su plaga, la Culpa, se desdobló en Dolor y Placer, perdiendo su forma indiferenciada y quedando a merced de Represión.

En tanto, Misericordia, que hablaba por boca de los bienaventurados, dispuso que algunos habitantes de la Tierra de Felicidad regresaran al Reino de la Mente para guiar a los peregrinos perdidos por la falta de Esperanza y debilitados por el dolor del Placer. Estos emisarios de Liberación fueron llamados Ángeles, Santos y Maestros. Gracias a su intercepción y a su cura, muchos hombres lograron traspasar las fronteras de Represión y encontrar la Felicidad en la tierra donde no se conocía diferencia entre Luz y Sombra.