lunes, 10 de septiembre de 2007

Sobre las analogías esotéricas. (Segunda Parte)

Se recomienda leer la Primera Parte de este escrito

Sobre el Sincretismo Religioso.

A lo largo de la historia, siempre que dos culturas han estado en estrecho contacto, sus credos se ha entremezclado constructiva o destructivamente. Dependiendo de la tolerancia y la flexivilidad de sus preceptos religiosos, esta interacción se ha manifestado como una asimilación mutua de arquetipos y prácticas espirituales, o como la transcripción de unos en otros, dando lugar a una gran variedad de equivalencias exotéricas y esotéricas. Todos podemos recordar la interferencia de la iglesia católica en las religiones bárbaras de europa. Con el tiempo, todas las fiestas paganas locales fueron sustituídas astutamente con festividades cristianas. estas fiestas tradicionales originalmente estaban asociadas a eventos astrológicos que les daban un sentido religioso profundamente esotérico, pero hoy en día se ha perdido casi por completo. No puede dudarse que los próceres de la evangelización europea aprovecharon la ingenuidad de la gente de pueblo para convertir el culto ancestral de la Diosa Madre en la veneración a la Virgen María. Lo que tal vez cae en el campo de la especulación histórica es considerar la intencionalidad de este proceso, que en muchos casos parece haber ocurrido como el resultado de una necesidad expontánea, más que como el producto de la acción sistemática del clero.

Como resultado de esta sobreposición de arquetipos, el contenido esotérico de las fiestas paganas fue aplastado por el dogmatismo y el fanatismo de la Iglesia, que nunca de buena fé, persiguió hasta el exterminio todos los resagos de sus predecesores. Por ello, cuando hacemos analogías entre los motivos religiosos cristianos y los panteones paganos europeos, debemos tener presente que estamos conciliando fuerzas históricamente antagónicas. Si bien, en el espacio arquetípico existen correspondencias, la identificación de estos arquetipos fue muchas veces el resultado de la imposición, de la conveniencia y de la malintencionalidad de la Iglesia Católica, y otras el sincero esfuerzo de algunos místicos cristianos por atraer a los paganos al cristianismo.


Existen ejemplos orientales, menos conocidos, de este proceso de transcripción religiosa. Cuando los primeros misioneros budistas se adentraron en el Tibet, encontraron la resistencia de los chamanes animistas que tenían el control total de la conciencia colectiva del pueblo tibetano. Sus técnicas espirituales y mágicas habían alcanzado un alto grado de maestría, y sus prácticas religiosas respondían simpáticamente a las necesidades de los habitantes de la zona. Sin embargo, el principal enemigo que encontraron los mojes budistas fue el Budismo mismo. No podían competir con el colorido de las tradiciones tibetanas, ni con sus polimorfismos, ni con sus incontables superticiones. Sólo cuando lograron asimilar los elementos del Tantra y de los credos animistas, los budistas estubieron en condiciones de asentarse en el Tibet y de fundar una de las dinastías espirituales más legendarias de la Historia. El Budismo Tántrico tibetano fue el resultado de la interferencia constructiva de varios sistemas religiosos, y aun hoy en día nos sorprende por su increíble capacidad de adaptación, que le ha permitido sobrevivir a todo tipo de persecusiones y desgracias, logrando incluso en la actualidad expandirse por todo el mundo. Logró asimilar, sin desperdecios, muchas prácticas espirituales y creencias de sus predecesores. El vasto panteón del budismo tibetano es probablemente de los más eclépticos. Su discusión sobrepasa el propósito de este escrito. Baste con decir que es un ejemplo nítido de como se puede llegar más lejos “sumando” en vez de “restar”.

En el otro lado del mundo, con la colonización de las Américas y la importación de los esclavos africanos, se dieron condiciones propicias para el florecimiento de una forma de religiosidad sin precedentes. Si bien, el cristianismo era un elemento común entre los colonizadores blancos, las diversas etnias africanas que nutrieron la población esclavizada llenaron de matices la amalgama cultural de las colonias.
En las pequeñas islas del Caribe, la sobreexplotación de la población indígena y su debilidad frente a las enfermedades europeas, aniquilaron su cultura muy rápidamente. Como legado histórico, sólo han quedado los nombres originales de lugares que los conolizadores asumieron como propios. Habana, Cuba, Guantánamo, Baracoa, Camaguey, Batabanó, Guanabacoa, Toa, son voces aborígenes que se han conservado hasta nuestros días. En muchos casos la castización se limitó a canonizarlos (San Cristóbal de la Habana, por ejemplo); en otros, la tradición se encargó de perpetuar los nombres originales por sobre los impuestos. Pero, apartando estos vocablos, de la cultura y la religiosidad original de estos pueblos sólo nos llegan escasos reportes de sacerdotes y colonos de la época, que como cabría esperarse, estan plagados de prejuicios.
La llegada de los esclavos negros, con sus tradiciones mágicas tan efectivas y temidas por los blancos, impresionó irreversiblemente la conciencia colectiva de los colonizadores. El cristianismo no pudo desarraigar la fuerte religiosidad de los esclavos, o más bien, fue asimilado de un modo mimético por ellos, confundiendose con la religión africana. Para complacer a sus patrones, los esclavos asumieron el Santoral Católico como fachada para sus prácticas espirituales. Aun hoy en día, se pueden ver altares bellísimos y particularmente eclépticos, donde las imágenes católicas se alternan con símbolos y objetos rituales africanos. Debe decirse que, en este caso, las correspondencias no fueron establecidas por la cultura dominante. A diferencia de como ocurrió en Europa, en el Caribe fueron los dominados, los negros, quienes encontraron espacio dentro de las celebraciones cristianas para sus prácticas ancestrales. Tal vez por ello, el contenido oculto de los símbolos no se perdió y sus correspondencias esotéricas permanecen vivas en la conciencia religiosa. Un elemento que casi siempre se obvia es la influencia de la emigración china en la religiosidad del Caribe. Después de la sanguinaria Revolución de los Esclavos en Haití y la suspensión de la trata negrera, los traficantes de esclavos redireccionaron su actividad mercantil hacia el lejano oriente. Engañados con promesas de prosperidad, miles de chinos se embarcaron hacia América durante el siglo XIX como “obreros contratados”. En efecto, al llegar a las colonias recibieron el mismo tratamiento que los esclavos negros y se mezclaron racial y religiosamente con la ya establecida población negra. Con esto, el ajiaco espiritual de los sectores más humildes se enriqueció con elementos del Taoismo y del Budismo, estableciendose analogías religiosas inimaginables en las tradiciones originales. (Kuang-Kung o San Fan Cong es el “Changó Chino” que también se identifica con Santa Bárbara, por sólo citar un ejemplo). Por último, la asimilación tardía del Espiritismo de Allan Kardec, completó el paisaje que ha llevado a la Religión Africana a un grado de complejidad y de belleza inigualable. Hoy en día, si bien no puede decirse que en el Caribe existan “blancos” y “negros” puros, mucho menos se puede decir que la Santería sea una “religión de negros”. Esta religión viva, con los siglos, conquistó a los propios esclavistas y no perdió su conexión con las raices ancestrales, que puede decirse, estan esparcidas por todo el mundo.

Estos ejemplos tan diversos ilustran como el establecimiento de las correspondencias religiosas puede ser un proceso complejo y variado. Por ello, para lograr la comprensión profunda del mensaje esotérico de las analogías, no podemos prescindir de su contenido histórico y social. Las correspondencias tradicionales que se han producido expontáneamente, son una guía insuperable para el ocultista que intenta develar el misterio de todas las religiones, es decir, la naturaleza divina del hombre.


Terminado de transcribir en la ciudad italiana de Pavia a las 20 horas del día 10 de Septiembre del 2007. Urano y Neptuno ascendían mientras Plutón señoreaba el Medio Cielo y Mercurio escapaba por el oriente. Ascendente Picsis con Júpiter domiciliado y auspicioso.

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