viernes, 26 de octubre de 2007

Sobre el Fracaso de Rigor.

El día nefasto que Morbos raptó a Fantasía, hubo una gran comoción entre los habitentes del País de las Sombras. Voluntad, un joven valiente y vigoroso, en medio de la confusión reinante, reunió una partida de guerreros para dar caza al raptor y recuperar a la Sacerdotisa de los Sueños. Cuando hubieron sido dieciciete, fueron a buscar el consejo de Rigor, el viejo ermitaño que podía leer el destino en los Astros. El anciano, consultando su oráculo, les reveló que debido a una particular coincidencia astrológica, todo intento por recuperar a Fantasía sería inútil, a menos que se comenzara algunas semanas más tarde, cuando el Dios Mercurio, quien abre todos los caminos, retornaría a fluir en favor del Tiempo de los Hombres.

Desesperado e impetuoso, Voluntad dijo que tal espera era imposible, pues daría a Morbos la ventaja de llegar a las fronteras del Reino de la Mente. Con voz severa y amenazadora, Rigor respondió que la tradición contaba las desgracias de todos los que emprendían nuevas empresas cuando el Astro Andrógeno marchaba contra el Sol.

A pesar del consejo, Voluntad partió tras la pista de Morbos, pero partió solo, pues todos sus compañeros temieron la profecía. Atravesó el Bosque de la Desesperanza, sufriendo el ataque de los temidos Vampiros de la Razón, que dejan aturdida a su presa con sonidos de Terror y de Duda, para chuparle la Vida con sus bocas ásperas que huelen a Oscuridad. Luego recorrió el Valle de Lagrímas y las Colinas de la Desilución, enfrentando peligros que debilitaban su juventud y mellaban su nombre. Finalmente, exhausto y vencido, cayó en el Pantano de la Frustración, donde cada movimiento por salir a flote parecía hundirlo más. Cuando por fin logró salir a terreno sólido, descubrió que el Sol comenzaba a oscurecerse por completo, dejando el Mundo en una Noche prematura y amarga. Comprendió con este signo que algo terrible había sucedido. Ya habían pasado días desde su partida y pensó que Morbos seguramente había traspasado el Muro de Consciencia que separaba el Reino de la Mente del País de la Sombra, llevando a Fantasía consigo y oscureciendo el Sol de tristeza. Derrotado, emprendió el camino de regreso y meditó profundamente en las palabras del anciano ermitaño y en el peso de la Ley Divina que rige los Ciclos de todos Mundos.

Antes de reposarse, buscó a Rigor para ofrecerle sus respetos y asegurarle que en lo adelante escucharía su palabra sabia. Cuando entró en la cabaña, el ermitaño abrazó al joven con behemencia agradeciéndole en todas las lenguas del alma. Voluntad, aturdido, le preguntó el por qué de su entusiasmo y el viejo le contó que algunos días atrás Morbos había retornado junto a Fantasía, llenando de júbilo a todos y le dijo además que su tenacidad, aun que en apariencia había fallado, estaba más cerca del éxito que la profecía hecha. Le dijo también que tanto su profesía, como el rapto de Fantasía habían fracasado gracias a la contrariedad de Mercurio. Entonces el anciano escribió con fuego sobre un trozo leña: “Donde la Voluntad fracasa, sólo queda esperar que fracase el propio Fracaso”. Le dió el trozo de leña al joven y lo bendijo en nombre de todos los Astros y de todos los Dioses.

Terminado de Transcribir en Pavia a las 17:00 horas del día 26 de Octubre de 2007, aprovechando la contrariedad de Mercurio Retrogrado para revindicar su verdadero valor.

viernes, 12 de octubre de 2007

Imágenes de una Marcha por la Paz

La noche del Sábado 6 de Octubre partió nuestra carabana de autobuses desde los Bastiones de Puerta Venezia en Milan. Nuestro destino era la ciudad de Perugia donde se celebraría la Marcha de la Paz Peugia-Asis 2007. Las seis horas de viaje pasaron como un soplo de viento. Vimos el amanecer del domigo 7 de Octubre en la Plaza central de Perugia, donde, desde hacía horas, comenzaba a aglomerarse una multitud de ancianos, de jóvenes, de niños, que portaban banderas multicolores y cantaban canciones alegres y llenas de esperanza. Algunos iban vestidos con uniforme escolar y otros con las insignias de su militancia: boyscaouts, bomberos, policias, alpinistas, pacificistas, alcaldes, consejales, hippies, newagers, rastafaris, gente común, gente estravagante, gente alegre, todos ocupaban con anticipación las calles de Perugia, interrumpiendo el trabajo de los barrenderos, que por mucho madrugar, no lograron que amaneciera más tarde.

Aun el Sol no calentaba el asfalto cuando nos dirigimos desde el centro de Perugia hacia la localidad de Puente San Juan (Ponte San Giovanni) que era el punto de encuentro de varias delegaciones. La plaza improvisada, que normalmente forma parte de la autopista, ya estaba ocupada por mucha gente. La policía desviaba a los últimos automóviles despistados que quedaron atrapados por la multitud. Un anciano, sucio y desaliñado, pregonaba a toda voz “Silbatos de la Paz!... un euro!” mientras soplaba varios silbatos que colgaban de su cuello y cargaba una bolsa repleta. Se veían banderas de grupos ecologistas, de partidos políticos, de varias ciudades y muchas banderas con las franjas multicolores de la Paz.
Al improviso, entre la multitud, se alzó una bandera de colores vivos con un Sol naciente sobre una montaña. Corrí al encuentro del trio que la escoltaba y les pregunté “Uds. son la delagación del Tibet?!”. “No” respondieron y siguieron su camino. La espera me había dado un poco de ansiedad y la calmé bebiendo unos sorbos de jugo de albaricoque, que para mi sorpresa, serían el único alimento de toda mi jornada. Ya había intentado preguntar si me encontraba en el sitio justo, pero incluso los policías de tránsito que desviaban el tráfico habían venido de otras ciudades para apoyar a las autoridades locales y no estaban bien informados. Sólo podía esperar y confiar.
Despúes de una larga espera, puede ver un grupo de personas que cargaban varias astas vacías y una bandera del Tibet. Les fui al encuentro y me recibieron con una sonrisa. Comenzamos a montar las banderas en sus astas. Y fue entonces que llegaron los Monjes. A la cabeza venía un anciano venerable con la mirada más humilde que yo haya visto jamás, y con sus manos llenas de astas vacías. Al unirse a nuestro grupo, comenzó a montar más banderas. En poco tiempo llegaron más Monjes, cerca de 10, todos vestidos de ese rojo-naranja intenso que hace hervir la sangre en los ojos.
La gente comenzó a amontonarse en torno a nuestro pequeño grupo. Muchos querían tomarse fotos. Otros querían banderas para llevarlas durante la marcha. Todos quedaban conmovidos por la prescencia de los Monjes Budhistas que habían venido desde tan lejos para expresar su apoyo a la lucha no violenta de sus hermanos birmanos y tibetanos. Expontáneamente, la delegación del Tibet se nutrió de la multitud y se convirtió en una ola de banderas llamativas que arrancaban aplausos y lagrimas a los transeúntes. Entonces comenzamos la marcha!
Con un canto estremecedor dedicado a Dölma, la delegación tibetana, nutrida de tantos simpatizantes, inció la peregrinación hacia Asis. Los acontecimientos que siguieron, que aun mientras escribo nublan mis ojos de lágrimas, fueron una ensoñación. La gente feliz, llena de esperanzas y de solidaridad. Los monjes impacibles y risueños, haciendo juego con sus voces para producir un sonido ensordecedor que eclipsaba el furor de la gente. Todos eramos una sola voz, un solo corazón. Quedamos absortos en el corazón de un ser infitamente protector y compasivo. Escuchando nuestra plegaria, Dölma, en su forma de Bodhisatva de la Compasión, se hizo presente entre la multitud.
Antes de que pudiera sentir las ampoyas de sangre que tenía en las plantas de mis pies, despúes de 25 Km de marcha ininterrumpida, llegamos a Santa María de los Angeles, la primera iglesia de Asis. A pesar de que habíamos salido tarde, por el paso enérgico de los monjes más ancianos, pasamos delante de la cabecera de la marcha, que portaba una bandera gigante de la Paz.
Cuando llegamos a las puertas de la Ciudad natal de San Francisco y de Santa Clara, el sudor secaba nuestras gargantas y la dicha cubria nuestros rostros. Todavía nos faltaban los últimos kilometros de marcha, los más difíciles! Asis es una ciudad pequeña situada en una colina muy empinada. Para llegar al santuario de San Francisco debiamos subir esta cuesta, que simbolicamente era la última prueba de nuestra voluntad. Con los vítores de los peregrinos exhaustos que se habían detenido para reposarse, atravesamos los arcos de la muralla de Asis. La plegaria a Dölma retumbó en sus paredes como si las hermanas piedras se unieran a nuestro canto.
Irrumpimos en la Plaza de San Francisco con una ovación de toda la gente reunida allí. Incluso un Obispo que leía el mensaje del Papa desde un valcón, hizo silencio por unos instantes. Cuando hubieron terminado los discursos, los franciscanos y el representante del govierno birmano en el exilio encendieron una lámpara de aciete y la portaron juntos a la Roca de Asis, escoltados por la caravana de Monjes Budhistas.
Al llegar a la Roca, lugar Santo y de peregrinación para todos los buscadores de Paz, la multitud comenzó a aplaudir, abriendo paso a los monjes que en gratitud cantaban su plegaria con más fuerza. Finalmente, subieron a un escenario y entonaron la oración por la Paz en todo el Mundo. Sobre el silencio de la Plaza se sintió correr una brisa ligera y dulce.
No estabamos solos, Dölma estaba allí!


Terminado de transcribir en la ciudad italiana de Pavia, a las 17 horas del día 12 de Octubre del 2007, bajo la influencia de Mercurio retrogrado. Sólo la fuerza del Amor puede atravesar los oceanos de la Confusión y la Desesperanza.



miércoles, 10 de octubre de 2007

Sobre el fruto espinoso y dulce del Placer.

Cuentan que el Árbol del Amor crecía en los recodos del camino hacia la Ciudad Santa de Liberación. Sus frutos alimentaban a los peregrinos en los parajes inhóspitos del Reino de la Mente y sus ramas les daban refugio en los días nublados de Cielo y de Razón.
El día que Represión señoreó sobre todos los hijos de la Mente, hizo talar los Árboles de Amor y ordenó encender una hoguera gigante, que cubriera
el Faro de Esperanza con una densa nube de Tristeza. Así, privó de alimento a los peregrinos encaminados y borró toda pista para quienes hubieran de buscar el Sendero en el futuro.

Cuentan también que con este acto deliberado, Represión estableció las fronteras de su Reino, que colindaba al Norte con el País de las Sombras y al Sur con la Tierra de Felicidad. Sabiendo que muchos hijos de la Mente se refugiaban en la Sombra, Represión hizo construir una Muralla, conocida como Muro de Consciencia, para protejer sus dominios. Todas las noches, como preso de un sortilegio, el Muro de Consciencia caía por tierra y los rebeldes irrumpían en el Reino de la Mente, haciendo estragos. Estos guerreros nocturnos se hacían llamar Señores del Sueño y aprovechaban la fatiga de las huestes de Represión para saquear y tomar pocesión de la mente y del cuerpo de hombre.

Enterada de esto, Represión urdió un plan sórdido para debilitarlos. Con su Arte, crió un hibrido entre las semillas del Amor y las espinas de la Moral. La espiga que resultó de esta unión fue llamada Árbol del Placer y sus semillas fueron esparcidas por toda Tierra, minándola de arbustos prolíferos y espinosos.
De esta suerte, todos se alimentaron del fruto doloroso del Placer y paradógicamente, comenzaron a disfrutar su dolor. Esto fue una dulce sorpresa para Represión, quien se regocijó en su lascivia. Desde entonces, fue imposible trazar la frontera entre el sufrimiento y el goce, pues uno venía antes o después del otro. El Amor, inyectado de Moral y enfermo de su plaga, la Culpa, se desdobló en Dolor y Placer, perdiendo su forma indiferenciada y quedando a merced de Represión.

En tanto, Misericordia, que hablaba por boca de los bienaventurados, dispuso que algunos habitantes de la Tierra de Felicidad regresaran al Reino de la Mente para guiar a los peregrinos perdidos por la falta de Esperanza y debilitados por el dolor del Placer. Estos emisarios de Liberación fueron llamados Ángeles, Santos y Maestros. Gracias a su intercepción y a su cura, muchos hombres lograron traspasar las fronteras de Represión y encontrar la Felicidad en la tierra donde no se conocía diferencia entre Luz y Sombra.

domingo, 30 de septiembre de 2007

Sobre el antropocentrismo religioso (primera parte)

El sugimiento del Hombre como ser social tuvo lugar contemporáneamente en dos regiones del Espacio Arquetípico: el Dominio del Yo y el Dominio del Otro. La delimitación entre estos dos conjuntos de formas mentales y físicas no siempre fue nítida, pero puede considerarse el primer paso hacia la Civilización, y su manifestación primordial persiste hasta nuestros días en forma de comportamientos adquiridos e impuestos.
Ambos polos psicológicos, el Yo y el Otro, con su interacción, generaron por reflejo la Inidividualidad y la Colectividad. Estas fuerzas antagónicas existen en conjunto. Por separado carecen de sentido. Su condición inseparable ha sido fuente de gran confusión filosófica. Sería inconveniente, más que difícil, pretender analizar imparcialmente las diversas vertientes de pensamiento que han abordado el tema de la relación del individuo con la Sociedad y con su entorno físico. Nos contentamos aqui con explorar unas pocas perspectivas, centradas en la religiosidad, o más bien, en la búsqueda trascendental del hombre.

Desde las Religiones Animistas

Muchas veces se considera que las religiones animistas son primitivas. Al comparar el explendor social de las grandes civilizaciones monoteistas con la miseria de los pueblos “bárbaros”, aceptamos tácitamente esta diferencia como el resultado del desnivel cultural. Sin embargo, perdemos de vista que incluso en el corazón del monoteísmo, las superticiones y los credos asociados a las fuerzas de la naturaleza han sobrevivido disfrazados sultilmente y que, por otra parte, de los pueblos “bárbaros” muchas veces sólo nos queda el parecer histórico de los “civilizados ”, que siendo víctimas de sus ataques o explotándolos como esclavos, no podían dispensarles la mejor opinión. Incluso hoy en día, haciéndose eco de este “racismo religioso”, algunos movimientos espirituales se aventuran a construir una escalera de desarrollo, en la que las religiones animistas ocupan los peldaños más bajos.
Es cierto que el cuadro evolutivo de la Civilización resultaría muy “didáctico” si ubicaramos cronológicamente, primero, a las formas más “simples” de espiritualidad, asociadas las fuerzas de la naturaleza, y, posteriormente, a las explendorosas “Grandes Religiones del Mundo”. Pero considerar este esquema simplificado de Escuela Elemental como la prueba de la inferioridad de las religiones animistas, es una falacia. Ninguna forma de espiritualidad es superior a otra, pues cada una se desarrolló (y algunas aún se desarrollan) simpáticamente, de acuerdo a las necesidades de los hombres. Y como las necesidades varían de pueblo en pueblo, de cultura en cultura, de clima en clima, y de año en año, podemos decir que cada Religión, desde las más pequeñas hasta las imperiales, ha encontrado su explendor cada día de su existencia, satisfaciendo las demandas espirituales de los pueblos.
Sólo la ignorancia velada puede orquestar una clasificación tan irreal. La riqueza de las religiones animistas, llenas de superticiones de toda clase, de leyendas hermosas y de Dioses inumerables, habla por sí sola. Es una muestra aplastante de la diversidad que ha permitido la superevivencia de la Civilización.


Si estos argumentos no bastasen para desterrar el racismo histórico de nuestra mente, hay todavía una razón según la cúal muchas religiones animistas podrían cosiderarse superiores. Por muy abstractos que hayan sido los preceptos religiosos del monoteísmo y de los Sacerdotes, los pueblos, los han traducido en ideas pragmáticas, comprensibles dentro de la vida ordinaria. Mientras las castas sacerdotales intentaban mantener el control de la conciencia colectiva y de la Economía a través de las Jerarquías Divinas, la gente de pueblo intentaba vivir la espiritualidad de forma sincera y simple. Para los primeros, la Religión era un medio de ganarse la vida, para los segundos, era sencillamente una forma de vivir. Libre de poder temporal, la religiosidad de los pobres llega a expresar de forma más nítida sus necesidades espirituales. Y... que sorpresa! La percepción popular de la Religión esta siempre plagada de animismo! Es decir, el animismo está más cerca de satisfacer nuestras necesidades que la amalgama de Política y Dogma que alimenta a los Grandes Sacerdocios.
Claramente, nos cuesta admitir que la gente ordinaria, de pueblo, sea el corazón viviente de la espiritualidad. Preferimos pensar en los poquísimos filósofos antigüos cuyas palabras han llegado a nuestros días. Pero, la Grecia no era Aristóteles, ni Judea era Salomón. Si hoy podemos recordar esos próceres del pensamiento moderno, es precisamente por que existieron millones de hombres sin nombre, antes y despues de ellos. Hombres de toda raza y de todo empeño, pero sobre todo, hombres ordinarios. Miles de millones de hombres ordinarios que sirven de cimiento a este edificio endeble que llamamos Cultura. Si pretendemos comprender el desarrollo de la conciencia colectiva humana, además de mirar a las luminarias que nos encandilan desde el pasado, debemos sobre todo, contemplar el oscuro vacío que las separa.
Y allí, en la gloriosa oscuridad del olvido, resplandecen todas las religiones animistas.
En los credos animistas no abundan los hombres célebres. No se recuerdan grandes filósofos ni pensadores. Pero en cada rincón de nuestra memoria ancestral se escucha el eco del dios del Trueno y de la Diosa de la Lluvia. Esos latidos que nunca se apagarán, son el corazón vivo de la Religión.
Las “Grandes Religiones del Mundo” son un emboltorio aparatoso que muchas veces esconde el propósito último de la espiritualidad. Es cierto que, en otras ocaciones, este envoltorio decora y resalta el mensaje ancestral. Pero en cualquier caso, dentro de tantas capas de envoltura, yace la semilla de la naturaleza divina del hombre. Y si corremos el riesgo de admirar por siempre el paquete, nunca saborearemos su contenido. Ese lujo no se lo pueden permitir los pobres. Por eso la envoltura del animismo es escasa y simple. Pero sin dudas, mucho más fácil de transportar a cuestas en el tiempo.

martes, 25 de septiembre de 2007

La milagrosa aparición de San Sebastián a Fray Cristóforo


Cuentan que un fraile llamado Cristóforo era célebre por su humildad. De joven había abrazado la Regla estricta de San Francisco, y no llevaba consigo otra riqueza que la bienaventuranza. Peregrino y mendicante, no buscaba refugio de las tormentas, ni del frío, ni de los hombres, y agradecía con las manos en alto todas las penurias y las dichas que Dios ponía en su camino. Con el rostro apoyado en el piso, oraba en cada lugar santo y profano, por todos y por todas, sin distinción. No era extraño que, a merced de su fervor y de su amor indiscriminado, recibiera limosna de ciudadanos cristianos, de mercaderes moros y de comerciantes judíos. Todos veneraban su santidad y procuraban, cada uno a su modo, la misericordia de su Dios, haciendo la caridad.

Pero, la celebridad de Fray Cristóforo no era sólo debida a su gran piedad. Él era un estigmatizado. Tenía su cuerpo cubierto de llagas perfectamente circulares que no cicatrizaban y que no mostraban signo de infección alguno. Cuando la noticia de sus santos signos llegó al Vaticano, un nuncio apostólico vino a la Abadía de Nuestra Señora de la Misericordia a entrevistarse con el confesor del fraile. Con el regreso del embajador del Papa, circularon rumores confusos que pusieron en alerta al Santo Oficio. Gracias a la intervención oportuna de algunos Cardenales y de la Orden Franciscana, no se abrió ningún proceso. En cambio, se dispuso que el fraile permaneciera en claustro perpetuo y para complacencia de los Inquisidores, se le impuso un estricto voto de silencio.

La gran inquietud que estremeció la Santa Sede tenía su raíz en el modo milagroso y poco canónico en que el fraile había recibido sus estigmas. Según testimonio de su confesor, Fray Cristóforo solía orar en la capilla de San Sebastián, un lugar discreto y apartado que servía de sepultura a los primeros benefactores de la Abadía de Nuestra Señora de la Misericordia. Un día, cuando otro fraile entró en la capilla para llamar a Fray Cristóforo a misa, lo encontró inconsciente y desnudo, sobre la imagen de San Sebastián, que yacía en el piso. Las lágrimas de Cristóforo habían humedecido la escultura de madera, haciendo más vívidos los ojos del Santo. Había estrechado con tanta devoción la imagen que las flechas del martirio hirieron su propia carne, dejando escapar filos de sangre sobre el cuerpo de San Sebastián. Pronto llegaron otros frailes, alarmados, pero ninguno se atrevía a remover el cuerpo de Fray Cristóforo, pues la escena más que una profanación herética parecía el martirio de dos Santos.

Cuando recuperó consciencia, algunos días después, el fraile refirió a su confesor que en el fervor de su oración, subió al altar y comenzó a besar la imagen del Santo, escurriendo sus manos por toda la figura desnuda y musculosa, llena de las flechas del martirio. Y que la imagen cobró vida y le habló con la voz más dulce y amorosa que hubiera escuchado jamás. Y que toda la capilla se llenó de un resplandor de gloria, que traspasaba los muros, el bosque, las montañas y el cielo. El confesor, confuso y conmovido por la visión del fraile, pidió ver sus llagas, comprobando que sangraban todavía, a pesar de los días transcurridos. Por inusual que pudiera parecer, en su ferviente devoción, Fray Cristóforo había recibido los estigmas del martirio de San Sebastián.

Nada de esto cambió la sencillez del franciscano. Continuó pidiendo limosna y haciendo la caridad a los enfermos, hasta que se dispuso otra cosa. Su muerte, nadie la recuerda. Y el mensaje que le diera San Sebastián quedó sellado en su voto.

¡Gracias Señor por el hermano Silencio que guarda los secretos que no caben en palabras!

¡Beato Fray Cristóforo que conoció el Amor!

Terminado de transcribir en la ciudad italiana de Pavia a las 10:45 horas del día 25 de septiembre de 2007. Con Venus señoreando el Cenit y Neptuno, en oposición, conjunto al Imun Coelis. Debo confesar que la inspiración de este escrito tuvo lugar en la madrugada anterior, con una experiencia inusual y difícil de contar sin ofender el pudor de algunos. Baste con decir que la misericordia de Dios se expresa en este mundo de formas muy diversas y que la sensualidad y el placer no son ajenos a la santidad.

Sobre el Sharingan o “el ojo circular de la copia”.(segunda parte)

Se recomienda leer la primera parte de este escrito.

El por que se llama “ojo circular de la copia”

Antes de proseguir con las consideraciones prácticas, resulta conveniente discutir algunas características del Sharingan. Como ya hemos introducido, esta habilidad parte de la observación del desempeño de otros. Por tanto resulta obvio que se asocie con el sentido de la vista. Pero en este simbolismo semántico no debe olvidarse la diferencia que existe entre “ver” y “observar”.

De la misma manera que se llama “videntes” a las personas capaces de percibir otras realidades, la tradición ubica el Sharingan en la pupila del ojo humano. Tal vez por que la vista permite obtener la mayor cantidad de información de nuestro entorno. Sin embargo, debemos considerar que la visión sería inútil sin el sentido del equilibrio, que se esconde en lo profundo de nuestros oídos, y que a su vez el oído carecería de referencia si no fuera por el tacto, diseminado en todo nuestro cuerpo, que permite ubicar la posición relativa de cada miembro.

Los sentidos del hombre pueden separarse sólo en palabras, pues toda la información percibida por los órganos sensoriales se integra en los distintos niveles del cerebro, orquestando movimientos involuntarios en armonía con la voluntad. Si decidimos, por ejemplo, mirar al cielo, miles de fibras musculares de nuestro cuello se relajan o se tensan sin que nuestra conciencia asista uno por uno a estos eventos. Aun que el resultado sea simple, el proceso que media entre nuestra voluntad y los eventos más insignificantes de nuestra vida es incomprensiblemente complejo. Por ello, a pesar que se considere un tipo de “visión”, el uso del Sharingan involucra todos los sentidos, incluso aquellos no asociados a ningún órgano del cuerpo físico.

Como el resultado inmediato de esta habilidad es la capacidad de reproducir las acciones observadas, se explica que se le considere una forma de “copia”. Pero, siendo precisos, más que una “copia”, resulta una adaptación. Para lograr reproducir el desempeño de otros, el Sharingan no puede limitarse a repetir mecánicamente sus acciones. Debe, simultáneamente a la recepción de la información, traducirla al propio lenguaje corporal y acondicionarla a las capacidades y condiciones del propio cuerpo. En otras palabras, este arte permite elaborar un conjunto de órdenes mentales partiendo de un mínimo de información percibida a través de los sentidos. Cuando se comprende el grado de complejidad de este trámite, resulta evidente que con la sola intervención de la vista no es posible llevarlo a cabo. De la misma manera se intuye que el uso práctico del Sharingan tiene como fronteras los límites físicos y mentales de quien lo usa.

Por último, en este análisis etimológico de su nombre, debemos explicar por que se considera “circular”. Básicamente el Sharingan es una habilidad de retroalimentación. Partiendo de la acción percibida en el otro, se generan las equivalencias internas que conducen nuevamente a la acción misma. Es decir, el Sharingan traza un círculo que une la voluntad del observador con la del observado, haciendo converger sus acciones. Claramente este argumento encuentra su metáfora estética en la redondez de la pupila, pero la representación tradicional del “ojo Sharingan” es sólo el reflejo artístico de su naturaleza abstracta. Adicionalmente, debe añadirse que el uso de esta habilidad puede ir acompañado de una inmediatez supranormal. Según la creencia de muchos, el carácter circular del Sharingan se manifiesta no sólo dentro de la mente, sino fuera de esta, en el continuo espacio-tiempo. Esta hipótesis recibe su estímulo en la rapidez inusual con que puede desenvolverse el proceso de observación-copia cuando las capacidades del portador lo favorecen, que en ciertas ocasiones anticipa las acciones del observado y las “copia” antes de haberlas “visto”. Su justificación, en cambio, viene del campo de la física moderna.

Según el consenso de los científicos contemporáneos, el espacio y el tiempo no existen independientes. Muchos fenómenos desconcertantes han encontrado explicación considerando que nuestro universo se desenvuelve en un “espacio” mucho más rico, en el que los objetos no sólo tienen altura, ancho y profundidad, sino que tienen otros atributos métricos asociados al tiempo y a la masa. En este “hiperespacio” nuestra percepción de la realidad es limitada. Desde nuestra perspectiva, el tiempo es inexorable y el espacio infranqueable. Pero ciertamente, ambos, tiempo y espacio, son físicamente de igual naturaleza. Las leyes que describen nuestro mundo físico no distinguen entre “aquí y allá” o “antes y después”.

Por ejemplo, cuando caminamos en círculo, regresamos al punto de partida habiendo vivido nuevas experiencias. Si recorriéramos un círculo en el hiperespacio, regresaríamos al mismo lugar en el mismo instante de partida, sólo que en nuestro recorrido, de una manera inexplicable, habremos vivido experiencias que tal vez no han ocurrido todavía. Muchos ven en este argumento la justificación a todas las formas de anticipación que experimenta el ser humano, incluido el Sharigan. Otros sin embargo, prefieren atribuir esta antelación a la complejidad de la mente humana, que permite inferir el comportamiento futuro basándose en observaciones precedentes. Sea una u otra la razón, el Sharingan es sin duda una habilidad fascinante, incluso sin considerar ninguno de sus discutidos atributos supranormales.

Se recomienda leer la tercera parte de este escrito.

Terminado de transcribir las 21:30 horas del día 22 de septiembre de 2007, en la ciudad italiana de Pavia. Viviendo la oposición celeste de Marte y Plutón, en cuadratura simultánea con el Sol, mientras Neptuno hacía oposición a Venus. Un malestar repentino de naturaleza extraña se apoderó de mi vientre y de mi cabeza, impidiéndome seguir escribiendo. Al parecer estoy viviendo un período de sensibilidad a las presencias invisibles.


lunes, 10 de septiembre de 2007

Sobre las analogías esotéricas. (Segunda Parte)

Se recomienda leer la Primera Parte de este escrito

Sobre el Sincretismo Religioso.

A lo largo de la historia, siempre que dos culturas han estado en estrecho contacto, sus credos se ha entremezclado constructiva o destructivamente. Dependiendo de la tolerancia y la flexivilidad de sus preceptos religiosos, esta interacción se ha manifestado como una asimilación mutua de arquetipos y prácticas espirituales, o como la transcripción de unos en otros, dando lugar a una gran variedad de equivalencias exotéricas y esotéricas. Todos podemos recordar la interferencia de la iglesia católica en las religiones bárbaras de europa. Con el tiempo, todas las fiestas paganas locales fueron sustituídas astutamente con festividades cristianas. estas fiestas tradicionales originalmente estaban asociadas a eventos astrológicos que les daban un sentido religioso profundamente esotérico, pero hoy en día se ha perdido casi por completo. No puede dudarse que los próceres de la evangelización europea aprovecharon la ingenuidad de la gente de pueblo para convertir el culto ancestral de la Diosa Madre en la veneración a la Virgen María. Lo que tal vez cae en el campo de la especulación histórica es considerar la intencionalidad de este proceso, que en muchos casos parece haber ocurrido como el resultado de una necesidad expontánea, más que como el producto de la acción sistemática del clero.

Como resultado de esta sobreposición de arquetipos, el contenido esotérico de las fiestas paganas fue aplastado por el dogmatismo y el fanatismo de la Iglesia, que nunca de buena fé, persiguió hasta el exterminio todos los resagos de sus predecesores. Por ello, cuando hacemos analogías entre los motivos religiosos cristianos y los panteones paganos europeos, debemos tener presente que estamos conciliando fuerzas históricamente antagónicas. Si bien, en el espacio arquetípico existen correspondencias, la identificación de estos arquetipos fue muchas veces el resultado de la imposición, de la conveniencia y de la malintencionalidad de la Iglesia Católica, y otras el sincero esfuerzo de algunos místicos cristianos por atraer a los paganos al cristianismo.


Existen ejemplos orientales, menos conocidos, de este proceso de transcripción religiosa. Cuando los primeros misioneros budistas se adentraron en el Tibet, encontraron la resistencia de los chamanes animistas que tenían el control total de la conciencia colectiva del pueblo tibetano. Sus técnicas espirituales y mágicas habían alcanzado un alto grado de maestría, y sus prácticas religiosas respondían simpáticamente a las necesidades de los habitantes de la zona. Sin embargo, el principal enemigo que encontraron los mojes budistas fue el Budismo mismo. No podían competir con el colorido de las tradiciones tibetanas, ni con sus polimorfismos, ni con sus incontables superticiones. Sólo cuando lograron asimilar los elementos del Tantra y de los credos animistas, los budistas estubieron en condiciones de asentarse en el Tibet y de fundar una de las dinastías espirituales más legendarias de la Historia. El Budismo Tántrico tibetano fue el resultado de la interferencia constructiva de varios sistemas religiosos, y aun hoy en día nos sorprende por su increíble capacidad de adaptación, que le ha permitido sobrevivir a todo tipo de persecusiones y desgracias, logrando incluso en la actualidad expandirse por todo el mundo. Logró asimilar, sin desperdecios, muchas prácticas espirituales y creencias de sus predecesores. El vasto panteón del budismo tibetano es probablemente de los más eclépticos. Su discusión sobrepasa el propósito de este escrito. Baste con decir que es un ejemplo nítido de como se puede llegar más lejos “sumando” en vez de “restar”.

En el otro lado del mundo, con la colonización de las Américas y la importación de los esclavos africanos, se dieron condiciones propicias para el florecimiento de una forma de religiosidad sin precedentes. Si bien, el cristianismo era un elemento común entre los colonizadores blancos, las diversas etnias africanas que nutrieron la población esclavizada llenaron de matices la amalgama cultural de las colonias.
En las pequeñas islas del Caribe, la sobreexplotación de la población indígena y su debilidad frente a las enfermedades europeas, aniquilaron su cultura muy rápidamente. Como legado histórico, sólo han quedado los nombres originales de lugares que los conolizadores asumieron como propios. Habana, Cuba, Guantánamo, Baracoa, Camaguey, Batabanó, Guanabacoa, Toa, son voces aborígenes que se han conservado hasta nuestros días. En muchos casos la castización se limitó a canonizarlos (San Cristóbal de la Habana, por ejemplo); en otros, la tradición se encargó de perpetuar los nombres originales por sobre los impuestos. Pero, apartando estos vocablos, de la cultura y la religiosidad original de estos pueblos sólo nos llegan escasos reportes de sacerdotes y colonos de la época, que como cabría esperarse, estan plagados de prejuicios.
La llegada de los esclavos negros, con sus tradiciones mágicas tan efectivas y temidas por los blancos, impresionó irreversiblemente la conciencia colectiva de los colonizadores. El cristianismo no pudo desarraigar la fuerte religiosidad de los esclavos, o más bien, fue asimilado de un modo mimético por ellos, confundiendose con la religión africana. Para complacer a sus patrones, los esclavos asumieron el Santoral Católico como fachada para sus prácticas espirituales. Aun hoy en día, se pueden ver altares bellísimos y particularmente eclépticos, donde las imágenes católicas se alternan con símbolos y objetos rituales africanos. Debe decirse que, en este caso, las correspondencias no fueron establecidas por la cultura dominante. A diferencia de como ocurrió en Europa, en el Caribe fueron los dominados, los negros, quienes encontraron espacio dentro de las celebraciones cristianas para sus prácticas ancestrales. Tal vez por ello, el contenido oculto de los símbolos no se perdió y sus correspondencias esotéricas permanecen vivas en la conciencia religiosa. Un elemento que casi siempre se obvia es la influencia de la emigración china en la religiosidad del Caribe. Después de la sanguinaria Revolución de los Esclavos en Haití y la suspensión de la trata negrera, los traficantes de esclavos redireccionaron su actividad mercantil hacia el lejano oriente. Engañados con promesas de prosperidad, miles de chinos se embarcaron hacia América durante el siglo XIX como “obreros contratados”. En efecto, al llegar a las colonias recibieron el mismo tratamiento que los esclavos negros y se mezclaron racial y religiosamente con la ya establecida población negra. Con esto, el ajiaco espiritual de los sectores más humildes se enriqueció con elementos del Taoismo y del Budismo, estableciendose analogías religiosas inimaginables en las tradiciones originales. (Kuang-Kung o San Fan Cong es el “Changó Chino” que también se identifica con Santa Bárbara, por sólo citar un ejemplo). Por último, la asimilación tardía del Espiritismo de Allan Kardec, completó el paisaje que ha llevado a la Religión Africana a un grado de complejidad y de belleza inigualable. Hoy en día, si bien no puede decirse que en el Caribe existan “blancos” y “negros” puros, mucho menos se puede decir que la Santería sea una “religión de negros”. Esta religión viva, con los siglos, conquistó a los propios esclavistas y no perdió su conexión con las raices ancestrales, que puede decirse, estan esparcidas por todo el mundo.

Estos ejemplos tan diversos ilustran como el establecimiento de las correspondencias religiosas puede ser un proceso complejo y variado. Por ello, para lograr la comprensión profunda del mensaje esotérico de las analogías, no podemos prescindir de su contenido histórico y social. Las correspondencias tradicionales que se han producido expontáneamente, son una guía insuperable para el ocultista que intenta develar el misterio de todas las religiones, es decir, la naturaleza divina del hombre.


Terminado de transcribir en la ciudad italiana de Pavia a las 20 horas del día 10 de Septiembre del 2007. Urano y Neptuno ascendían mientras Plutón señoreaba el Medio Cielo y Mercurio escapaba por el oriente. Ascendente Picsis con Júpiter domiciliado y auspicioso.