sábado, 26 de mayo de 2007

Sobre el origen de los Dos Reinos

En la Noche de la Creación, la Sombra estaba en Silencio. Su dominio se extendía por doquier y no existía huella alguna de oscuridad. Todo era Sombra, sin otro atributo que su existencia.

Por Razón que escapa al entendimiento y a la palabra, la Sombra se llenó de Luz sin objeto alguno donde reflejarse. Y esta nueva presencia no cambió su naturaleza, pues desde el comienzo y antes de que existiera su nombre, la Sombra pudo ser Luz y la Luz pudo ser Sombra.

El estado primario del Ser que fue Luz y Sombra a la vez, o más bien, en el que no existía distinción entre la una y la otra, terminó cuando la Luz procuró un Objeto como propósito y se estableció la diferencia entre el antes y el después. Así, Luz y Sombra quedaron separadas por el Objeto y el propósito de cada uno quedó establecido.

La presión inmensa de los dos polos, quebró el Objeto en infinidad de porciones y por reflejo, las múltiples presencias quebraron la Luz y la Sombra en multitud de huellas claras y obscuras, que se proyectaban unas sobre otras.

En el seno de este mar de contrastes, comenzó la Danza del Universo, haciendo su propia música con el choque y la confrontación de las distintas naturalezas. Y a fuerza de estos choques, las porciones del Objeto Original se entremezclaron y se fraccionaron hasta dar vida a una variedad de formas continua y cambiante. Cada forma con su sombra, a imagen y semejanza de la Luz que les dio origen.

Las pequeñas formas pronto sintieron que el límite de su existencia comenzaba en luz y terminaba en oscuridad, pero en su sentir diminuto, no entendieron la diferencia entre luz y Luz, ni la distinción entre sombra y Sombra. El atributo antagónico y evidente entre claro y oscuro, propio de las pequeñas dimensiones, fue mudado a la Inmensidad y los Primeros Hijos de la Creación se vieron divididos en Dos Reinos y su Danza pacífica y armoniosa se convirtió en Lucha Implacable.

Ciclos interminables de Renacimiento y Muerte echaron a rodar y los remolinos de formas cayeron con furia en todas direcciones, nutriéndose de individualidad en cada caída. Con esta tormenta de Caos, nacieron todos los Mundos y sus Arcontes y todas las Jerarquías que bajo ellos encontraron cobija y aliento.

La Luz Única de la que todos fueron hijos quedó reducida a polvo y del polvo nacieron los Planetas y los Astros de Luz que, forzados por el Señor de las Edades, comenzaron a moverse, marcando eternos períodos de luz y de sombra.

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Terminado de transcribir en La Habana el Martes 5 de Diciembre del año 2006 a las 0:40 horas. Estando la Luna conjunta al Cenit, sus Nodos marcaban al Alba y el Ocaso. Júpiter reinaba en la profundidad del Cielo, como buen anfitrión de Plutón, de Venus, y del Sol. Mercurio y Marte, avanzaban impetuosamente por el último decanato de Scorpio, bajo la mirada implacable de Saturno, quien desde su exilio, tensaba cuerdas con Neptuno. Una lluvia copiosa e insólita para la estación, irrumpió en el silencio de la Noche, revolviendo los olores de la Tierra. Tales Fuerzas cristalizaron este escrito.

Yudhiistira

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